El espíritu humano abarca un amplio espectro de posibilidades de expresión, y cada individuo en particular muestra, aun sin quererlo, la propia de su situación. La mayoría, desde su singularidad, piensa que su estado intelectual es el mejor y el más evolucionado, viendo a los demás por encima del hombro, desde la altura de la propia complacencia.
La crítica a los demás siempre acompaña a aquellos que se sienten superiores y por este hecho se consideran obligados y con derecho a juzgar al mundo entero desde su autoproclamada autoridad.
El crítico se confirma así mismo al desautorizar a todo aquel que no responda a sus espectativas y, si pudiese, transformaría a la humanidad, individualidad por individualidad, en algo similar a si mismo. A sus ojos todo sería mejor si su pensamiento lo asumiesen como propio todos los demás seres. Y por eso el crítico critica, en un vano intento de posesión y conquista. Quiere ampliarse convirtiendo a los otros en él mismo y que se le reconozca su infalibilidad y se le aplauda.
La verdad es que me encantan los críticos, son una manifestación más de la amplitud del espíritu humano.
Al otro lado del fiel de la balanza se encuentran los que prefieren comprender y no juzgar. | | |
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